Pablo Miguel Nieto | Fotografía    
     
     
   
Lo Invisible

 

«Un hombre camina torcido, volcado, desapercibido como el tiempo. Va siempre rodeado de pasos únicos y muy rápidos y, mientras tanto, su compañero vertical mira hacia la cámara.

¿Qué sitio es éste en donde la luz aparece con la noche y con el día vemos la sombra? Un lugar con el sol virado, con la noche naranja y el día color lata. Con la velocidad que convierte a pasajeros de autobús en pura raya. Con los árboles atrapados en su reflejo.

Muchos son pisadas corridas como los recuerdos. Todos espacios casi vacíos llenos de pasos movidos. Miras al niño que desaparece en las vueltas de la feria, miras las horas fumadas de escuela por ir a conseguir carambolas. Miras de frente, al frío, al calor, al viento, al vacío, al chico de al lado, al que pasa por delante, al que no pasa, y casi miras temiendo no encontrar nada y sintiendo que hay algo, alguien.

De hecho estuvo Evelin y se paró. ¿Dormía en la pensión cutre? ¿Vivía en la casa cutre? Igual sólo vivía cerca y estaba, aunque de paso hacia el túnel.

Persianas echadas para siempre que no dejan ver lo que quedó atrapado dentro sin arrasar. ¿Un club? Entonces todo arrasado. Un hostal, un billar, una imprenta, una tienda, un túnel, un cubo, una ventana pintada, cerrada, una vía, una nieve, un reflejo, una sombra. Siempre con pasos.

Se oye en el disparo de Miguel el ruido de los zapatos y el correr de la luz en rayas. Esa es su velocidad natural. Y pensándolo bien, esto es un andar o quedar parado. Un movimiento invisible».

 Luisa Urquijo

 

 

 

 

 

 

 

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