Pablo Miguel Nieto | Fotografía | ||
Lo Invisible |
«Me
sentía perdido y me fui. En
algún sitio leí que viajar enriquece el espíritu y decidí irme, por
ver si me desaparecía ese desasosiego. Tal vez, con la mente abierta
y el alma alimentada, me encontraba conmigo en algún lado.
Recorrí carreteras sin fin, con sol, bajo la lluvia… Crucé
fronteras, pagué peajes, subí montañas pedregosas y miré desde
arriba con los ojos llenos de lágrimas, me ensordecí con el silencio
de sitios no habitados, conocí gentes de lugares distintos… Y un
buen día, al darme la vuelta en una calle, en una ciudad al otro
lado del mundo, me di de bruces conmigo: “¡estabas aquí!”, “pues
claro –dije – llevo siguiéndote desde que saliste sin atender a
razones, ¿huías de mi?”. Y
volví a casa, con la sensación de haber conocido sitios que podrían
haber sido hogar igualmente (hay un sitio fijo porque lo elegimos) y
con la deliciosa fatiga de cuando uno vuelve a dormir después de
vivir un día pleno de sensaciones vacacionales, sea en casa o en un
hotel al otro lado del mundo».
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